Meditando en la palabra este día, me doy cuenta de que en algunas ocasiones nos metemos en líos porque no sabemos escuchar a las personas, nos apresuramos a dar consejos sin que estas nos pregunten. La buena comunicación debe ser efectiva y debe trasmitir un buen mensaje.
Trabajo en una Escuela donde se forman comunicadores y mi jefe se queja que lo que menos tenemos en este lugar, es una buena comunicación.
Debemos aprender a escuchar a las personas y saber si nos están solicitando un consejo, o solamente necesitan que las escuchemos.
El libro de Santiago nos dice una afirmación muy cierta, seamos prontos para oír, tardos para hablar y tardo para airarse. ¿Porque nos dice tardo para airarse? porque a veces entramos en discusiones, por pequeñas cosas que pueden llegar a ser grandes, se nos sale la vieja naturaleza, nos enojamos y culminamos airados. Cuantas personas al explotar cometen tantos errores diciendo cosas que no debieron decir, pensaron cosas que no debieron pensar y tomaron decisiones que no debieron tomar. Por eso efesios nos dice airaos pero no pequéis, esta bien que nos enojemos y nos airemos, pero no que nuestro enojo dure un mes, dos meses y hasta años, porque también nos invita a que no se ponga el sol sobre vuestro enojo, porque esto nos lleva a otra consecuencia.
Aprendamos a escuchar y hacer lentos para hablar, en lo personal me cuesta mucho hacerlo, porque me gusta aconsejar a las personas con fundamento espiritual, y a veces me he metido en líos por eso. Estoy luchando por cambiar esa área de mi vida y como dicen en buen Salvadoreño, me digo a mi misma Mónica, no debes meter tu cuchara donde no debes. Tenía una amiga que siempre que me contaba algo y la aconsejaba terminaba enojándose y comenzaba diciendo: ya me estas juzgando, ya me estas criticando, ya me estás de todo; me costó reconocer que debía permanecer callada o simplemente preguntar, ¿me estas contando o me estas pidiendo un consejo?. Aprendamos a escuchar…
“Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse;20 pues la ira humana no produce la vida justa que Dios quiere”. Santiago 1:19-20 NVI
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